Ahora que echo la vista
atrás para observar el 2016, solo se me ocurre una palabra tan potente como
temida. Cambio.
Dejé de fumar en enero de
1989, era un propósito de una pequeña lista y lo cumplí. El único que recuerdo;
Dos cajetillas diarias de cigarrillos negros. Era para suprimirlo sí o sí. Así,
siempre con una pequeña lista de propósitos. El año pasado me propuse otras
cuantas, como es de suponer. Una de ellas era enfadarme menos y casi lo consigo,
el resto ni me acuerdo. Ahora que paseo por el año que dejo, quiero volver a
intentar no enfadarme, puede que lo logre, el reto de la nicotina me avala. Además, quiero seguir con el cambio y mi tan querido
y recuperado mundo interior y alguna cosa más que ahora se me escapa…
Feliz 2017.