Son segundos los que quedan
porque me toca morir. Dejo atrás todo. En mi mente pasa rápido todo el
universo. Yo, pequeña hormiga, deambulo por la oscura selva. Entonces, me
despido nerviosa sin tiempo aparente para solo decir "te quiero" pero
quiero más y el tiempo apremia. Mis palabras se atropellan y no dicen nada,
porque un cúmulo de sentimientos se agolpan queriendo salir. Y cuando creo
dejar el vivo mundo, son mis ojos los que perciben la luz tenue, la justa para
ver la silueta de la vida. Es entonces cuando me doy cuenta que la
pesadilla había vuelto una vez más a visitar mi descanso.
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