¿Llegó la hora? Adiós montaña.
Una vez quise abandonar, se había cumplido uno de mis sueños,
no el más importante, pero sí de los casi imposibles. Y me apresuré a dejar ese camino
una vez logrado la cima y buscar otro sendero diferente. Pero no lo llevé a
cabo y los años se sumaron a más experiencias, todas llenas de vivencias
extraordinarias. Ahora, en este momento, aquí, acomodada en mi rincón caótico
aparece otra vez esa sensación de dejarlo, de dirigirme por entero a la senda
también anhelada. Y me veo, con la cautela y el disimulo, suave y de puntillas alejándome
de todo ello. Con el fin que nadie se percate, si bien es cierto, que nadie lo advierte.
Esa es la parte desventurada de todo esto.