LA INMINENTE DESPEDIDA
Dicen que el roce hace el cariño,
pero a éste, cariño lo que se dice cariño no lo tuve hasta bien pasado los
años. El caso es que conservo contradictorios recuerdos. Por un lado, nunca fue
mío a pesar que es mío. Tampoco me gustó su figura ni siquiera su color, pero
viajamos juntos hasta el infinito. Incluso se portó conmigo bien pese a mi
desprecio. Aunque no me quedó otro remedio que adoptarlo y hacerlo realmente mío
hasta sus últimos días. Porque todo indica que el adiós está próximo y me temo
que una seca indiferencia me invade y un pequeño, pequeñísimo resquicio de pena,
ahora asoma.
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