Nunca antes
había escuchado la palabra “trampantojo” y si así fuera, no le di ninguna importancia.
Trampa –
ante – ojo.
En el arte se define como una
técnica pictórica que intenta engañar la
vista jugando con el entorno arquitectónico. Aunque realmente donde lo oí
fue viendo la televisión, concretamente un programa de cocina. Algo contradictorio
porque no me gusta cocinar, pero me pierde los calderos ajenos. Y es en ese
mundillo donde los trampantojos son elaboraciones
que juegan visualmente con el comensal, es decir, parece una cosa, pero en
realidad es otra. Y ahí aparezco yo. Antes, mucho antes, cuando no era, me
definía como sucedáneo; sustancia o
elemento que puede reemplazar a otro
por tener propiedades similares. Y ya se sabe que una no se cree mucho de
sí misma y sus logros. Eso queda en la historia. No hay duda, soy Cande, Cande
Rguez. Pero como soy sumamente vulnerable a los cambios y las decepciones, heme
aquí otra vez definiéndome nuevamente.
Trampantoja.
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