Día 36.
18/04/2020
Echo de menos las miradas.
Las palabras las conservo; están más que nunca en los libros, los que leo o leen los escritores en las redes sociales. También las que se hallan en las charlas de las videollamadas que nos salvan de las distancias, y las conversaciones de los variados grupos de wasap, que me acompaña a ratos. Incluso, tengo en el trabajo, desde casa, palabras, pero sin miradas. Y aunque en ocasiones soy habladora, en otras me gusta el paseo silencioso, pero hoy me di cuenta que no están los ojos como antes y se habla sin ellos.
Y echo de menos las miradas: tiernas, despistadas, cansadas, atentas, las dormidas y ojerosas o las coquetas de pestañas pintadas. Además, las arrugadas por los años, o la pequeña y morena del niño bonito, más aún.
Hoy, echo de menos las miradas: hablar con la palabra y no ver.
Seguimos y mucho ánimo amigos.
Me quedo en casa.
Echo de menos las miradas.
Las palabras las conservo; están más que nunca en los libros, los que leo o leen los escritores en las redes sociales. También las que se hallan en las charlas de las videollamadas que nos salvan de las distancias, y las conversaciones de los variados grupos de wasap, que me acompaña a ratos. Incluso, tengo en el trabajo, desde casa, palabras, pero sin miradas. Y aunque en ocasiones soy habladora, en otras me gusta el paseo silencioso, pero hoy me di cuenta que no están los ojos como antes y se habla sin ellos.
Y echo de menos las miradas: tiernas, despistadas, cansadas, atentas, las dormidas y ojerosas o las coquetas de pestañas pintadas. Además, las arrugadas por los años, o la pequeña y morena del niño bonito, más aún.
Hoy, echo de menos las miradas: hablar con la palabra y no ver.
Seguimos y mucho ánimo amigos.
Me quedo en casa.
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