Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

jueves, 3 de enero de 2019


Me dio olor a lápiz.
No es nada extraordinario, si no fuera que ese aroma me trasladó unos segundos a mi colegio de chica.
Me vi en medio del pasillo de poca luz, con aquellos ventanales donde desde allí se apreciaba la enorme clase que comunicaba también al patio, al recreo. Las mesas y las sillas se alineaban por todo el aula. El suelo, tenía las baldosas con dibujos antiguos, no eran cuadrados, pero formaban algo así.
El perfume a niñez me embriagó por un momento y quise volver allí. Vendita infancia que, con sus carencias, era inocencia.
Puede que algo de niña quede en lo profundo de Cande.
Quizás sea los Reyes que se aproximan y despierten la fantasía de una ilusión arrebatada.