Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

viernes, 29 de julio de 2016

Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

Una vez dejé de pensar. Sí. Dejé atrás los ruidos para caminar libre (sin mente). Me llevó la rutina y la preocupación por todo y todos. Lo intenté. Abandoné la cacharrería porque no quería mirar tanto. Tiré lo absurdo, lo inútil y además aquellos pensamientos que se acomodaron sin ser invitados. Los ajenos. Y lo intenté, pese a la costumbre, a la educación y quizás a la religión, pues algo de culpa también tiene. Pero nunca consigo desprenderme del todo, de nada. Y sigo en ocasiones mirando los cristales ahumados con mis ojos enrojecidos.


jueves, 28 de julio de 2016

LA INMINENTE DESPEDIDA

Dicen que el roce hace el cariño, pero a éste, cariño lo que se dice cariño no lo tuve hasta bien pasado los años. El caso es que conservo contradictorios recuerdos. Por un lado, nunca fue mío a pesar que es mío. Tampoco me gustó su figura ni siquiera su color, pero viajamos juntos hasta el infinito. Incluso se portó conmigo bien pese a mi desprecio. Aunque no me quedó otro remedio que adoptarlo y hacerlo realmente mío hasta sus últimos días. Porque todo indica que el adiós está próximo y me temo que una seca indiferencia me invade y un pequeño, pequeñísimo resquicio de pena, ahora asoma.

martes, 26 de julio de 2016

Nunca es tarde para rememorar antiguas costumbre, sobre todo cuando son impuestas, porque las circunstancias obligan y más aún, queriendo darle el toque romántico si cabe. Es lo que me ocurre ahora con el transporte público; la guagua. La culpa, mi querido coche. Me dijo el otro día con un humo apestoso y delatador que algo malo funcionaba en su interior. Por eso, ahora se encuentra en el hospital de los vehículos, en observación. Es muy mayor y se veía venir. Aun así, tengo la esperanza de que sea un achaque leve y pronto me acompañe en mis desplazamientos.
Y todo esto viene a consecuencia de los recuerdos que me despertaron yendo en la guagua. Aquellos jóvenes años cuando me trasladaba a trabajar. Como vuelan la memoria cuando la avivas. Mientras me dejo llevar pasando ante mí las calles, los edificios y sin que me preocupe de cruces y semáforos. Parece incluso divertido observar callada.
Pese a esto, deseo que sea por no mucho tiempo, pues ajustarme a horarios nunca han sido buen resulta para mí.


sábado, 23 de julio de 2016

Observo mi cuerpo y reparo en mis manos, los dedos. Mientras los muevo sin sentido me invade una extraña incertidumbre. No es la primera vez que me ocurre. Hay otras ocasiones donde ha surgido, si bien, con otras partes del cuerpo, como los pies, lo muslos o incluso mi torso. Pero hoy son mis dedos. Tan llenos de vida, ligeros y delgados. Y tras la expectación al mirarlos me posee una cuestión.
Cuando dejen de ser.
¿Qué quedará de su movimiento?

(23/07/2016)

viernes, 22 de julio de 2016


                                                                Cuando bajo al sótano...

Dime que solo será pasajero, que pronto habrá espacios de luz y fragancias que evoquen la paz necesaria. Que se escondan los monstruos que conviven y acechan en la noche y de paso a la tan anhelada nana de mi madre y por fin dormir. Porque no hay sosiego en esta vida de retos y demostraciones, de celos y palabras cortadas, de herencias tremendas que estorban al paso, los sueños.
Dime amigo que tu mano me ayudará. Como ahora lo haces, a seguir de frente con la energía que me regalas sin condiciones. Déjame caer en tu hombro siempre que me derrumbe, como ahora caigo, rendida de luchar. Dame tu sonrisa que maravilla mi estancia, aquí en éste mundo que se desmorona.

martes, 19 de julio de 2016

lunes, 18 de julio de 2016

Miro de reojo


Miro de reojo el paso del tiempo, ahora que se acerca la fecha, la que marca mi existencia; tremendas imágenes que se pasean ante mis ojos, cada una de ellas pesan toneladas de cambios y de diferencias. Las miro despacio pues la prisa no me gusta, tal vez, porque correr me impide observar, y eso sí me agrada. 

Mientras las contemplo, ahora de frente, aparece un miedo, una sensación extraña que me inmoviliza para sumarse la duda y el aplastante recelo; El paso del tiempo.
Y digo.
Es de humanos.
Y me pregunto.
¿Y ahora?

domingo, 17 de julio de 2016

Mis ojos enrojecidos.

Una vez dejé de pensar. Sí. Dejé atrás los ruidos para caminar libre (sin mente). Me llevó la rutina y la preocupación por todo y todos. Lo intenté. Abandoné la cacharrería porque no quería mirar tanto. Tiré lo absurdo, lo inútil y además aquellos pensamientos que se acomodaron sin ser invitados. Los ajenos. Y lo intenté, pese a la costumbre, a la educación y quizás a la religión, pues algo de culpa también tiene. Pero nunca consigo desprenderme del todo, de nada. Y sigo en ocasiones mirando los cristales ahumados con mis ojos enrojecidos.
Deja pasar la nada y el miedo,
porque quiero la sonrisa blanca,
y una brisa verde.
No quiero más minutos, salvo el pino en movimiento entre el azul y el ocre.
Pero mientras, espero en la hora
ese cuadro de palabras que está por llegar
para que lo veas;
siempre que el tiempo nos deje.

(31/01/2016)

--Los hijos que se buscan, son más queridos.

Así de rotunda fueron sus palabras, aunque hace más de treinta años aun resuenan, porque algo así no se olvida, sobre todo cuando eres una joven principiante en todo, o casi todo como lo era yo. Fue en aquel entonces cuando consiguió que la duda se hiciera presente y mis ojos mirasen triste a mi morenita. En efecto, la inexperiencia de la vida, el carácter tímido y mi juventud arroparon la idea que la otra, ella, era mejor madre que yo. Sin embargo, no duró mucho ese pensamiento, pues el paso del tiempo te enseña que es amor el amor y no palabrerías; que es cariño con cariño y no las apariencias. Creí olvidada, pero brotó fresca y firme en esta fecha pasada, el diez de marzo, si bien, me reafirmé más aun en la grandeza de ser madre y quererla por encima de todo, y en efecto, no la llamé, aunque SÍ decidí que viniera.
Jamás te lleves por palabras ajenas, tu corazón es el mejor consejero.
(11/03/2016)

Mujeres silenciosas.

Hoy no he mirado al frente, mi cansancio se limita a posarse en nada, donde nadie me perturbe. Mientras, una mujer madura se sienta pausadamente delante de mí. Lo adivino por el ruido que hace, pese a que no la miro. Reparo con el rabillo del ojo en sus líneas de la mano, surcos en forma de tela de araña que delata el exceso de trabajo y sus maltratadas uñas complementa la imagen. Sus prominentes dedos intentan mostrarme su identidad, denota torpeza en asuntos de papeles y rebusca en un sobre deslucido. A ello se suma el nerviosismo de prisas innecesarias, quiere apresurarse para quien sabe qué motivo. Yo, espero paciente sin querer agobiarla, ella ya viene con esa carga desde casa. Cuando la miro mejor ya dejando atrás mis ausencias, observo como quiere agradarme con una sonrisa tímida y le ofrezco también una, pero amplia. Me despierta lástima. Pienso qué habrá sido de ella cuando joven, porque sus rasgos desvelan una belleza en otro tiempo. Quién le hizo feliz o infeliz. Me imagino su delicada persona, así la veo a pesar de su robusta presencia; Entregada a la familia, amplia, porque para eso fue educada, entrega sí o sí sin otro rumbo que el satisfacer a todos. Y por ello, pensando que merece un especial momento, hoy, la escucho y la atiendo como una reina.
Esas mujeres silenciosas que levantan reinos.

Una tarde de invierno.

Lluvia y frío.
Manta y sofá.
Lámpara y libro.
(18/02/2016)

En medio

En medio
Se acabó, abandono esa posición; Lidiar entre dos. Desde que mi recuerdo me lleva lejos he trajinado con ello y tan solo me ha originado inconvenientes, por no decir ya enemistades. Ahora no quiero oír hablar más de posturas, ideas, sentimientos, opiniones. Allá cada uno con su mochila, la mía ya lleva suficiente peso. También pueda que hasta esta nueva actitud me lleve a nuevos apuros, pero sabré ponerle fin con un paso ligero adelantándome hacia la cumbre o por qué no, me retrase pausadamente.

sábado, 16 de julio de 2016

Mis pasos son lentos.

Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.