Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

domingo, 4 de agosto de 2019



Terminé el último sorbo de café y el silencio del domingo, del descanso temprano hizo aparecer como borbotones los recuerdos de tantos que ya no están. La leve melancolía que asomaba quiso acompañarla de esa añoranza, de la gente ausente. Me subió lentamente la tristeza a la garganta, casi me ahogaba al comprobar que no eran pocos y los que eran los echaba de menos de alguna manera. Seguían presente como ahora, que surgen del olvido y los aireo, se alinean junto a mí. Quizás sea para no borrar del todo sus pasos por la vida, mi vida, al fin y al cabo participaron en ella. Puede que se unan para visitarme, como ahora, en un domingo callado, ausente de ritmo, pero latente.