Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

domingo, 17 de julio de 2016

Mis ojos enrojecidos.

Una vez dejé de pensar. Sí. Dejé atrás los ruidos para caminar libre (sin mente). Me llevó la rutina y la preocupación por todo y todos. Lo intenté. Abandoné la cacharrería porque no quería mirar tanto. Tiré lo absurdo, lo inútil y además aquellos pensamientos que se acomodaron sin ser invitados. Los ajenos. Y lo intenté, pese a la costumbre, a la educación y quizás a la religión, pues algo de culpa también tiene. Pero nunca consigo desprenderme del todo, de nada. Y sigo en ocasiones mirando los cristales ahumados con mis ojos enrojecidos.

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