Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

viernes, 28 de junio de 2019



        
 Hacía mucho tiempo que no miraba cariñosamente a Madrid…  ya tocaba.

         
   Mis ojos volvieron a brillar como una jovencita adolescente, con esa chispa que tan solo los que se estremecen por pequeñas cosas saben de qué hablo. Los minutos fueron intensos como regalos envueltos en papel bonito, de muchos colores. En seguida supe que todo me iba a gustar, como siempre pasa. Un poquito de todo en la gran ciudad. Era la escapada perfecta para dejar atrás la angustia diaria, las obligaciones y sí, también la novela.

  Entre sus amplias calles, sus elegantes fachadas puedes contemplar una escena peculiar, alguien toma un vermut en una terraza de cafetería decorada con buen gusto y a unos pasos en un portal, duerme una persona envuelta en mantas, un desahuciado de la vida. Es cierto, siempre habrá pobres, y ricos, desde los comienzos.

   Pero Madrid siempre me acoge con encanto y yo… encantada.

martes, 14 de mayo de 2019


   Me llegaba el fresco de la mañana en la cara como la caricia necesaria para comenzar el lunes. El exuberante parque con sus árboles que se balanceaban al ritmo del aire, sin violencia, como danza amable. Con una lentitud de poco ánimo avanzaba en dirección al trabajo. Las ganas, me volverían una vez que saboreara el café abrazado por la leche condensada. No me quedaba mucho, a penas diez metros cuando se manifestó un pensamiento repentino.

   Ya se por qué me levanto de las dificultades, por qué remoto la fuerza necesaria para superarlas, para no caer, ni dejar que me desarmen. Ni escudo, ni lanza ni espada, tan solo busco en los rincones de mi espacio las pequeñas cosas bonitas que siempre aparecen ante mí, tarde o temprano. Una pequeña sorpresa, un día soleado o un pequeño proyecto que puede crecer. Lo sujeto con firmeza, pero con delicadeza también, no sea que se quiebre y se convierta en mil pedazos.
Casi en la puerta, sonrío.

jueves, 18 de abril de 2019



     

      Miré la foto de mi padre, el recuerdo de mi hermano, del primo, de los amigos que ya no    están. Después, los acontecimientos antiguos agolpados unos detrás de otros, sin orden, como una agitada tormenta se precipitaron ante mí. De pronto me di cuenta que ya no me quedaban lágrimas. 
      No tengo me dije pensativa. Las últimas las gasté hace ya tiempo y ahora sólo contemplo con ojos distantes, pero no, no son fríos.
       Ya no me quedan lágrimas.

domingo, 14 de abril de 2019














Yo quise ser escaladora,
bailar con la roca,
del equilibrio la danza.
Rocé con la punta de mis dedos blancos,
el basalto frío o cálido,
la pared con paso delicado.
Y subí la pequeña,
tan sólo la primaria,
la que nadie alaga.
Seré escaladora me decía,
como aquellos que admiro,
los que me enseñaron, 
los que llamaban raros.
Y mi sueño se agrandaba, 
como un globo de color bonito, brillante.
Qué bueno fue tocar con las manos los sueños.
Soñé que la conquistaba, 
y a lo alto, el recorrido desde la unión, admirarla.

lunes, 18 de febrero de 2019


Después de mucho tiempo, la gripe me venció.
Lo cuento ahora que termina mi penitencia con ella y que, aunque no del todo recuperada, necesito ya ser persona. Porque una semana en casa da para mucho pensar y sacar conclusiones de esas que después marcarán el camino a seguir. Por aquí o por allí.
El lado positivo de todo esto, podría haber sido que adelantara la novela, pero no estaba la cabeza para escrituras, o terminar la lectura de la novela de Fátima Martín, que es una pasada de historia que te atrapa, tampoco pude leer a mi pesar. Solo, exclusivamente pensar. No, hablar tampoco, pensar.
Y ¿qué pensaba? En ti, o en ti, o en aquellos o ellas. En definitiva, en todos los que forman parte de mi vida y que algunos asomaron para desearme pronta recuperación y otros y otras pasaron en silencio, o no pasaron, que es casi lo mismo.
No es malo ordenar la mesa donde se trabaja la vida. De vez en cuando hay que tirar los papeles inservibles y tomar solo aquello que realmente te aporte algo positivo, bueno o incluso por que no, simplemente una pequeña sonrisa, sin más.
Dejé atrás las contemplaciones, me quedo con la franqueza de las personas, su verdadera realidad, sus miradas limpias sin arrogancia, sus manos extendiéndolas sin querer nada a cambio.
Pensar viene bien, con el tiempo suficiente, sin prisas.  

jueves, 3 de enero de 2019


Me dio olor a lápiz.
No es nada extraordinario, si no fuera que ese aroma me trasladó unos segundos a mi colegio de chica.
Me vi en medio del pasillo de poca luz, con aquellos ventanales donde desde allí se apreciaba la enorme clase que comunicaba también al patio, al recreo. Las mesas y las sillas se alineaban por todo el aula. El suelo, tenía las baldosas con dibujos antiguos, no eran cuadrados, pero formaban algo así.
El perfume a niñez me embriagó por un momento y quise volver allí. Vendita infancia que, con sus carencias, era inocencia.
Puede que algo de niña quede en lo profundo de Cande.
Quizás sea los Reyes que se aproximan y despierten la fantasía de una ilusión arrebatada.

miércoles, 26 de diciembre de 2018


Rencor. Resentimiento arraigado y tenaz.
No se aún si soy rencorosa o si lo que soy es olvidadiza.
La duda me surge sin tampoco mayor transcendencia, pero ahí está, erre que erre. El caso es que me ocurre en alguna ocasión que saludo a alguien que ha pasado tiempo sin verle.
−OH! ¿Qué paso?
La mayoría de las veces es correspondida, y es más tarde cuando me viene a la memoria que alguna de aquella persona tuvimos diferencias atrás, en el tiempo. Me gusta saber que no fuera lo suficiente tenaz para mantenerse. Pero otras, no son así. Entonces me digo. Si fuera rencorosa me acordaría, de forma que evitaría la gélida indiferencia. ¿No?
 Pero sigo sin saber la respuesta.