Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

jueves, 18 de abril de 2019



     

      Miré la foto de mi padre, el recuerdo de mi hermano, del primo, de los amigos que ya no    están. Después, los acontecimientos antiguos agolpados unos detrás de otros, sin orden, como una agitada tormenta se precipitaron ante mí. De pronto me di cuenta que ya no me quedaban lágrimas. 
      No tengo me dije pensativa. Las últimas las gasté hace ya tiempo y ahora sólo contemplo con ojos distantes, pero no, no son fríos.
       Ya no me quedan lágrimas.

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