Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

sábado, 30 de noviembre de 2019


Siempre y puntual aparece el mes de diciembre con su melancólica cara de felices fiestas Cande.
Tan elegante, engalanado de bolas brillantes y belenes de mil formas. Acude a mí con la esperanza nuevamente de que le acoja. Lo hago, qué sí, que nunca lo he dejado atrás. Lo adopto el tiempo justo, ni más ni menos. Busco mi sonrisa ancha y mis ojos luminosos para que no se sienta extraño.
Diciembre es exigente, es a veces arrogante y en ocasiones, pocas, indiferente. Pero lo menos que me gusta del doce mes del año es su empeño en recordarme las ausencias, los tristes vacíos.
Qué sí, que me pondré mi mejor cara y arrancaré un año más con la hospitalidad, y reposará en casa, como de costumbre, aunque la añoranza sea mi ropaje.



Foto: José Castellano.

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