Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

viernes, 10 de enero de 2020

“…su carácter solitario, individualista e independiente lo hacen el animal perfecto para convivir con un escritor.”
   El día que lo leí, estaba planteándome más en serio eso de escribir; y la frase no me alentó mucho, si he de ser sincera.
A mí, los gatos no me gustan.
   Un nubarrón se formó súbitamente sobre mi cabeza. Todo lo quería saber, para poder recuperar el tiempo perdido; llegar con retraso al mundo literario tiene muchas desventajas y todo era poco para poder desenvolverme mejor en ese mundo. Más tarde, comprendí que uno debe seguir su propio camino; pero eso, es otra historia.
   El gato: fue por un momento un problema. Los buenos escritores se habían acompañado de un gatuno, me repetía ¿yo podría…? Reflexioné sobre ello, incluso me planteé tener uno por si su presencia, alagados por tantos, pudiera despertar la inspiración o la creatividad ante la famosa hoja en blanco.
   No, no lo tuve, ni lo tengo. No quise hacerle ese feo al gato conviviendo conmigo, no sería justo para él. También debo decir que no me he desanimado, todo lo contrario, sigo en la búsqueda de historia dentro y fuera de mí, para dejarlas en el papel; sin gato. 
Continuo. Soy una soñadora, una luchadora.

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