A veces ocurre que un
sonido aparece fantástico y no sabes por qué. Así me ocurrió no hace mucho
cuando anduve por el PR 43 que pasa por el volcán Chinyero, muy visitado, por
cierto. Una parte de él es malpaís; guapo negro. Las coladas de lava forman
parte del paisaje y ellas de mi razón de un bienestar pasajero. Mis pasos,
acompasados por un sonido característico al pisar el picón, nada del otro mundo
para el que sepa de qué estoy hablando, pero aquello me fue llenando de una
sensación agradable como si me embriagara. Un extraño placer chiquitito me
acompañaba en ese tramo y yo cuando fui consciente me dije, estás muy mal
Cande. Del placer a la duda y después a
la preocupación. ¿Estoy tan mal? Pero no, aun no lo estoy del todo, supe de
inmediato qué ocurría. Tan sencillo, tan evidente para mí que de la leve angustia
desapareció para recuperar una vez más mi sonrisa. Aquél rugir a mis pies se
asemejaba al mismo que se produce al caminar en la nieve. Cruje, otro placer
aún más grato que me trasladaba en el tiempo; aquellos buenos momentos.
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