Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

sábado, 13 de mayo de 2017

No me voy a enfadar. Así fue como comencé el año, con ese propósito, por lo menos intentar que sean pocas las ocasiones. Estoy progresando y ya voy mandando a la porra esas que pueden ofrecerme sofocones.  Pero el jueves, me enojé. Sí. Pero con ganas y motivos - ¡No puede ser, está oscura! - Así fueron mis palabras cuando abrí el paquete del supermercado donde traía la carne. Le había dicho al señor que me despachaba carne de no sé qué lugar de la ternera ¿O vaca? - Quité esa parte negra, por favor- Pues no lo hizo, o por lo menos no todo lo que debiera. Aunque no soy del todo carnívora, tanto tiempo vegetariano me deja secuelas alimenticias que aún conservo, pero por algún extraño motivo que desconozco me llevó ese día a comprar carne roja - Claro señora, es que no le llegó el frío, nada más-  Intenté que no me apoderase la furia y disipé la tormenta. Ayer, para más inri saqué el lenguado. Me gusta porque no tiene espina y es fácil de hacer. Esta vez el chico que me despachó el pescado el mismo día y mismo supermercado - Me lo limpias mi niño- le apunté - Claro señora - No, pues no me lo limpió. ¿Me enfado? Pues sí, y rompo mi propósito de no irritarme por machangadas y eso me mortifica aún más. Pero afortunadamente no tardo mucho y vuelvo a recuperar la serenidad,  sonrío porque no vale la pena contrariarse ¿Verdad?

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