Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

viernes, 28 de abril de 2017


Casi me lo creo. Mirando la mesa pensé por un momento que el orden formaba parte de mí, que me había descubierto y que ya jamás volvería a sentir su ausencia. Pero poco dura el lineal aspecto, en cuanto comencé a mover con bravura el lápiz y la goma, los papeles, éste, aquél, el otro ya terminado. Un café marca un círculo y descubro una lágrima que se había quedado en los primeros capítulos. Nada quedó en su sitio. El orden desvanecido salió corriendo ante tanta anarquía. Pero volverá, lo sé. Él y el desorden conviven juntos, cada uno hermanados conmigo. Es lo que tiene ser polimatía (palabra que igual no se ajusta pero que me gusta pensar que sí).

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