Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

sábado, 15 de abril de 2017

Una vez, hace mucho tiempo, como los cuentos. Alguien me aconsejó, y con buenas intenciones, que me refugiara en la montaña. Así fue. Recuperé la pandilla de mi generación, porque soy (era) de moverme entre la gente junto con el deporte y la naturaleza. Todo un lujo de materia para no pensar y dejarte llevar por el aquí y ahora. Pero el tiempo siempre me regala sorpresas para dar vuelta de tuerca a mis pasos. Otra vez y más veces a mover piezas, que hay que decirlo, cada vez más desgastada por el trascurrir de los acontecimientos. Entonces alguien vuelve a darme una nueva idea para cobijarme. La literatura. Y desde entonces me veo con la mochila y los libros a cuesta intentando mantener el equilibrio de este camino que el destino ha querido darme. Pero no siempre encuentro las fuerzas para ello y heme aquí, envuelta en dilemas con la soledad de mi pensamiento, queriendo encontrar el impulso para recuperar el ritmo de mis pasos y de mis palabras.

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