Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

sábado, 14 de enero de 2017

Se me ocurrió, como me pasa desde hace un tiempo para acá, observar palabras que me resultan, vamos a decir interesantes. Y tropiezo con: amistad. Tremenda ¿verdad? Tengo que decirlo, la he tenido como estandarte invisible, claro, pero primordial durante mucho tiempo por no decir siempre.
AMISTAD: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Dice RAE.
Mientras investigo su verdadero significado me viene a la memoria (de vez en cuando funciona) aquél medio amigo medio novio que me decía con la boca llena que no tenía amigos. Yo me eché las manos a la cabeza cuando le escuché. ¿Cómo puede estar sin amigos? Por aquél entonces yo tenía tropecientos amigos, recibía tropecientas llamadas, me daban tropecientos saludos y que decir de las visitas…
Pero como el otoño, ocurrió que fueron cayendo como hojas del árbol. Quizás fue el viento o ya marchitas. Yo qué sé, pero los tropecientos fueron menguando. Supongo que el cambio climático tendrá algo que ver también, ya sabes, los cambios.
El caso es que ahora sentada, mirando las letras, las palabras, las frases continúo mi camino, como siempre. Pero lo peor de todo es darle la razón a mi apreciado medio amigo medio novio de hace tropecientos años cuando me dijo:
-          Son conocidos que van y vienen Señora Cande.

Y yo, evidentemente también soy hoja marchita de otros árboles.

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