Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

viernes, 27 de enero de 2017

Lleva cinco años separada y había conseguido el equilibrio de los espacios y de los silencios. A sus cuarenta y nueve años nunca pensó que girasen vertiginosamente hacía un abismo tan desconocido como imprevisible. Ella que siempre predecible, nada se le escapaba de las manos porque todo estaba lazado, menos los pasos ajenos. Esos que irrumpen desmembrándolo todo, con carmín y rímel, con tacones y balanceos. Fueron cinco largos años de aprendizaje de perfecta mujer en un túnel opaco, sin brillo. La solución vino después. La fantástica agenda de color amarillo gritón que un amigo invisible regaló aquella nefasta navidad. Estaba llena de mariposas y su aspecto era tan ridículo e infantil que lo primero que se le pasó por la cabeza era regalarla a la primera niña que se le cruzara en el camino. Pero no lo hizo, la dejó reposando un tiempo en una estantería de la librería. Tampoco afeaba tanto aquel colorido alborotado, pensaba. Si bien el sencillo obsequio olvidado, albergaría más adelante un poder inusitado. Mientras, disfrutaba de los huecos de su día a día, esos senderos de soledades impuesto por sorpresa que ahogaban en un principio, fueron llenándose con aquella libretita absurda que marcaba las jornadas secas de alegría. Poco a poco se transformaron en datos, en citas y avisos de diferentes tonalidades. La lista de actividades tan cotidianas como ir al súper o visitar la librería para comparar aquel libro recomendado que escuchó en la radio, una de tantas solitarias tardes.  Incluso, las citas del médico cobraban interés anotadas en aquellas hojas coloreadas. Después, fue llenando los renglones de actos y pequeños compromisos y fue comprobando que los días se cubrían de movimientos, aleteaban como aquellas mariposas a nuevos mundos olvidados. Ya no era la lista de la compra o la cita del ginecólogo lo que confortaba, era las siguientes agendas las que ocuparon las páginas, albergando nada más y nada menos que la propia vida.

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