Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

miércoles, 18 de enero de 2017

Mientras tomo mi rutinario, pero no por ello menos exquisito cortado de leche condensada, justo en mi descanso del trabajo. Mi mano remueve con ceremonia la cucharilla, dando vueltas en círculos con el clic clic. Al mismo tiempo miro a mi derecha y veo a una señora algo entrada en edad, pero bien conservada y, además, de buen ver. Pienso para mis adentros si llegaré a tener ese aspecto saludable cuando sea (más) mayor y sonrío. Ella, con una elegancia de cuna, porque eso se nace, pasa las hojas de la prensa sin prisa, cosa que envidio, y me digo, a más edad menos prisa. Entonces me dispongo a tomarme calentito mi cortadito y continúo fisgoneando a la señora. La barra solo la ocupamos ella y yo, nos separan tan solo tres asientos, los demás clientes de la cafetería están repartidos por las mesas y nos acompaña el murmullo habitual de esas horas de la mañana. Me doy cuenta, en mi curiosidad que posa su mirada con extremo interés en una de las páginas y me alongo discretamente para ver qué le ha despertado tamaño interés. ¡Las esquelas! exclamo con grito, pero en mi mente. Toda llena de cruces y fotografías de los difuntos. Supongo que en busca de algún conocido. Me recompongo en el taburete y abandono a la mujer en su búsqueda y termino el sorbito delicioso que aún me queda.  Si bien, esa escena me hizo recordar aquella extraña costumbre de adolescente. La de mirar las páginas funerarias de los fallecidos, sus edades, y todo dato que por aquel entonces el huroneo me cautivaba. Esa época rara mía que ahora memorizo y me digo. Qué siniestra. Y me invade la duda de si albergo algo aún de esa funesta chifladura.

(río a carcajada).

3 comentarios:

  1. Parte del acervo cultural que sin duda, heredamos de nuestros padres y abuelos. Nunca entendí la razón, pero.... he ahí que pasan los años, y si en más de una ocasión ya me he visto y oído actuando como mis padres, incluso pensando como ellos, sin duda, está próximo el que me puedas ver en cualquier barra de un bar revisando las necrológicas de algún diario local.

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  2. Espero que cuando eso pase Jose, me invites a una caña. Un abrazo.

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