Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Nunca antes había escuchado la palabra “trampantojo” y si así fuera, no le di ninguna importancia.
Trampa – ante – ojo.
En el arte se define como una técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con el entorno arquitectónico. Aunque realmente donde lo oí fue viendo la televisión, concretamente un programa de cocina. Algo contradictorio porque no me gusta cocinar, pero me pierde los calderos ajenos. Y es en ese mundillo donde los trampantojos son elaboraciones que juegan visualmente con el comensal, es decir, parece una cosa, pero en realidad es otra. Y ahí aparezco yo. Antes, mucho antes, cuando no era, me definía como sucedáneo; sustancia o elemento que puede reemplazar a otro por tener propiedades similares. Y ya se sabe que una no se cree mucho de sí misma y sus logros. Eso queda en la historia. No hay duda, soy Cande, Cande Rguez. Pero como soy sumamente vulnerable a los cambios y las decepciones, heme aquí otra vez definiéndome nuevamente.
Trampantoja.

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