
(16/11/2019)
Hoy me miré al espejo, en casa mi madre, así, sin querer. Había otra luz, por eso me detuve ante mi propia imagen. Ya aparecen las arrugas en mi rostro, me dije. Ninguna sorpresa porque ya estaban antes, ayer, y el otro día también. Esa luz, era diferente.
No, ya no soy la chica con centelleantes pasos. Ni la que tenía miedo a dar un pequeño salto. Ni aquella que se escondía bajo la almohada, tras la tormenta. Tampoco la de altos tacones y largo pelo negro, exuberante, a veces informal.
Ahora parece que el tiempo se acorta, que queda menos. Y yo ante el espejo, mirándome.
Quizás sea por eso que aprovecho más las alegrías, los momentos intensos, los abrazos sinceros. Olvido los desaciertos, las indiferencias y sí, también los desprecios. Me quedo contigo, amiga, amigo. Porque me extiendes tu mano y me sonríes, no es necesario nada más.
Era la luz, pero sumo años. ¿o resto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario