Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

miércoles, 17 de octubre de 2018



Un caramelito con manitas juguetonas, de mirada amplia y curiosa. Su olor a leche, a limpio, a jazmín. Se abre una puerta llena de telas de arañas, olvidada, incluso las ventanas cobraron luz junto a un aire fresco, como un amanecer después de la lluvia. Frágil pero fuerte. Sonríe, pero no a todos.
El silencio manso que reinaba queda atrás y ahora lo domina la risa, el llanto, las futuras palabras que sin forma ya hablan. También el grito pequeño y el susto inmediato. Los abrazos, los abrazos son lo mejor. No, no es cierto, lo mejor… es todo él.

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