Me eché a reír sola, mientras
relajada miraba el techo de la habitación. Estaba oscuro porque era todavía temprano,
aunque se podía ver la silueta de la lampara tras la tímida luz. No, no era el
sol, hoy estaba nublado y el patio olía a mojado, ese olor a lluvia temprana. La
cortina cedía el aroma con elegancia y parsimonia. Era hasta arrullador el
movimiento. Todo eso al tiempo que recordé con agrado de ahí mi risa, la
casualidad que tienen mis dos amigas. En mis elucubraciones reparé donde las
conocí. ¡En el trabajo! Por aquel entonces era La Tesorería General de la Seguridad
Social, primero a Mary Amor hace treinta y cinco años y unos menos a Rosa Mary.
Entre papeles y archivos.
Hoy antes de comenzar el día, de esos que
rememoro la amistad ellas aparecieron.
Con un cariño muy especial amigas.
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