Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

sábado, 8 de julio de 2017

Un simple y viejo pañuelo me llevó con velocidad casi irrefrenable a la infancia nada deseada. Estaba en la puerta de mi casa, mi hermana mayor a mí lado. El bolso rojo, el color asigno, lazo rojo, muñeco rojo, tenía que ser rojo, el azul a mi hermana. Mi mano sostenía el pequeño pañuelo perfectamente planchado con un círculo en el centro, el rastro de colonia que como un ritual mi madre vertía unas gotas del frasco.
Así, tan repeinadas y perfumadas íbamos al cine del barrio. Refresco y regaliz. Sueños de niña sin nada. Desconsolada por todo, sin protestar por nada.

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