Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

viernes, 24 de febrero de 2017

De pronto se me encogió el estómago. Fue como la mano que estruja un limón y trajo consigo también su sabor ácido. Respiré y miré a otro lado. Mis ojos dejan de mirar el mundo y abandono los pensamientos  en un rincón, reposados. Allí donde lo simple es protagonista y la nada su pura esencia.
Qué alivio.


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