De pronto se me encogió el
estómago. Fue como la mano que estruja un limón y trajo consigo también su sabor ácido. Respiré y miré a otro lado. Mis ojos dejan de mirar el mundo y abandono los pensamientos en un rincón, reposados. Allí donde lo simple es protagonista y la nada su pura esencia.
Qué alivio.
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