Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.
viernes, 7 de julio de 2017
Leer mi primera paranoia
ha sido una dosis de ánimo de lo más explosivo (1984). Sobre todo, porque no la
recordaba, ni siquiera sabía de su existencia. La alegría de encontrar ese
pequeño tesoro es tan simple como descubrir que siempre había querido expresar
de alguna manera, a través de la palabra, algo. Fue el destino y mi falta de fe
las que me apartaron de ellas. Al leerla ahora en voz alta y descubrir una
Cande tremendamente inquieta y reflexiva, me da alas para continuar con el
proyecto personal. Y por supuesto, compartir esta pequeña alegría contigo, que
lees mis paranoias.
uffff que tiempos aquellos, donde la palabra era escrita por las Olivettis...
ResponderEliminarLa mía era una Olympia.
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