
Ya se por qué me levanto de las
dificultades, por qué remoto la fuerza necesaria para superarlas, para no caer,
ni dejar que me desarmen. Ni escudo, ni lanza ni espada, tan solo busco en los
rincones de mi espacio las pequeñas cosas bonitas que siempre aparecen ante mí,
tarde o temprano. Una pequeña sorpresa, un día soleado o un pequeño proyecto
que puede crecer. Lo sujeto con firmeza, pero con delicadeza también, no sea
que se quiebre y se convierta en mil pedazos.
Casi en la puerta, sonrío.