Creo que fue en un
cumpleaños, pero no estoy segura porque mi memoria es impresentable, pero algo
especial sí que era. Apareció con un regalo, una caja blanca, inmaculada. Siempre
me sorprende con cosas así, cuando menos te lo esperas te saca una amplia sonría,
sea con un cortado en la cama o un chiste malo que tiene después que explicar. Esta
vez, la sonrisa brotó al abrirla. Un bolígrafo, un Faber Castell tan
bonito que se multiplicó la alegría, sobre todo porque el motivo no era otro
que escribir mi primera dedicatoria en un futuro libro. Algo que para ese entonces
me parecía lejano y por qué no decirlo, casi imposible – pero eso es otra historia−
Claro, de eso hace unos cuantos años y me hizo gracia, pero lo he guardado en
la cajita virginal a la espera.
Y ocurrió.
Un regalo para poder escribir toda la vida...
ResponderEliminarque lo disfrutes...
ResponderEliminar