Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

domingo, 23 de octubre de 2016



OLVIDO.
Alocada, despistada, soñadora, desordenada, tímida, cohibida, miedosa y un sinfín de etiquetas. Todas mías, propias, trabajadas con conciencia o sin ella para llevarlas adosadas. Con el tiempo, afortunadamente me he ido deshaciendo de algunas, porque se habían convertido en un lastre, ya no hacían gracia, incluso aumentaron de tal forma que su peso dificultaba mis pasos. No voy a negar que, con el esfuerzo, desaparecieron, eso creo. Por lo menos yo no las veo. Y ocurre que una de las que permanecen junto a mí se ha transformado, se ha mutado, ha cambiado hasta el color y su sonido revolotea tímidamente. Hablo de mi divertido despiste que graciosamente me llevaba a situaciones incómodas, pero ¿Qué no arregla una sonrisa? Ahora, se llama olvido. Palabra con nombre de mujer, pero ésta no lleva garbo alguno. Las llaves… ¿dónde están? Ese pueblo de Pirineos que hace poco visitamos. ¿Su nombre? Y lo que es peor. El título del libro que actualmente leo. ¿Cuál es?
Aviso, me olvidaré de tu nombre amigo.

1 comentario:

  1. Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo.

    ResponderEliminar